Antonio Ecarri
Bolívar
En
la historia de una organización de cualquier tipo, integrada por seres humanos
que tenga setenta y siete años de existencia está llena de realizaciones y
también, cómo no, de errores y equivocaciones. El balance de estos 77 años de
AD es francamente favorable, positivo.
Los
últimos veinte años de lucha han sido muy difíciles, porque nos ha
correspondido participar en la resistencia contra un régimen que no solo
desconoce el Estado de Derecho, sino que pretende entronizar un sistema de
pensamiento único, desterrado en casi todos los países civilizados del mundo.
Los
diez años de resistencia contra Pérez Jiménez, estuvieron marcados por la
represión más dura de nuestra historia, nos mataron a nuestro Secretario
General, Leonardo Ruíz Pineda, a muchos líderes inolvidables, se llenaron las
cárceles y el exilio de militantes del partido, pero sabíamos que tarde o
temprano esa pandilla enseñoreada en el poder iba a caer estrepitosamente,
porque no tenían ideología, por lo que no intentaban imponer un pensamiento
único que, obviamente, no tenían. Sin embargo, la atomización de la oposición
alargó su mandato más de lo previsible y por ello AD, desde la
clandestinidad, luchaba por la unidad de todos los sectores democráticos. Su
concreción fue lo que permitió el derrocamiento de aquella dictadura.
En
nuestro décimo segundo aniversario, el 13 de septiembre de 1953 Rómulo
Betancourt, Presidente en el exilio del partido, en manifiesto firmado en San
José de Costa Rica, hizo un llamado para estructurar un frente que condujera a
la liberación de Venezuela:
“Acción
Democrática –decía el manifiesto-, en esta hora solemne de su fecha
aniversario, con millares de hombres suyos en las cárceles, recién cerradas las
tumbas de sus muertos, con sus dirigentes clandestinos amenazados por el crimen
oficializado, con centenares de dirigentes y militantes en el exilio, no hace
un llamado a la retaliación ni a la venganza. No adopta tampoco la arrogante
posición de exhibir sus credenciales de lucha como letra de cambio girada hacia
el futuro. Con profunda, con sincera y patética emoción venezolana, llama a
cerrar filas a hombres de la calle y a hombres de los cuarteles, a ciudadanos
sin partido y a militantes de organizaciones políticas, a todos cuantos sientan
a la patria como responsabilidad y deber, para estructurar el frente de la
libertad. Estamos plena y absolutamente convencidos de que bastará una acción
planificada y resuelta de ese frente, una vez que se integre y articule, para
que desaparezcan de la vida pública los soportes actuales del régimen
despótico. Y Venezuela volverá a ser patria de todos, amable y venturosa, digna
de su historia fascinante, heredera de la que forjaron con su cerebro y son su
brazo los hombres de la generación libertadora”.
Tardaron
cinco años, nuestros compañeros, para recibir la respuesta seria y coherente,
del resto de las organizaciones políticas democráticas, para estructurar la
unidad cívico militar que dio al traste con aquella oprobiosa dictadura.
Hoy,
sesenta y cinco años después de la publicación de aquel manifiesto de nuestro
12 aniversario, ratificamos nuestra política siempre unitaria, sin radicalismos
fútiles e infecundos, pero donde todos pueden cerrar filas: civiles, militares,
ciudadanos sin partido o militantes de otras organizaciones. Y si en aquel
momento, de feroz represión, no hacíamos “un llamado a la retaliación ni a la
venganza” hoy tampoco lo vamos a hacer; ni a adoptar la arrogante posición de
exhibir credenciales de lucha, sino, como ayer y siempre, llamar a estructurar
un amplio frente por la libertad de Venezuela.
La
primera consigna de ese frente debe ser el de exigir, en alianza con nuestros
compañeros demócratas de todo el mundo, condiciones electorales justas, con un
CNE equilibrado, para que la mayoría del pueblo venezolano pueda ejercer su
derecho soberano a decidir el cambio de régimen.
Estamos
conscientes que esa no será una concesión graciosa de un gobierno consciente de
que representa una ínfima minoría y que al someterse al escrutinio del pueblo
saldrá derrotado, pero sí es posible lograrlo, siempre y cuando sea una presión
unánime de los demócratas de Venezuela aliados a una comunidad internacional
que no reconoce al régimen de Maduro y clama por elecciones libres. Si se
mantienen posiciones radicales: unos, abstencionistas a todo evento y, otros,
partidarios de participar sin condiciones, vamos por mal camino.
Nuestra
propuesta, en estos 77 años, es estructurar un nuevo Frente de la Libertad, con
la participación igualitaria de todos los factores democráticos, exigiendo las
condiciones electorales que reclama: desde el Departamento de Estado
norteamericano hasta la izquierda democrática europea, latinoamericana,
asiática y de todo el orbe.
Un
gobierno que es apoyado por una ínfima minoría de naciones, casi todas usufructuarias
de canonjías hoy insostenibles y con un respaldo minoritario de la población
venezolana, sería un crimen dejarlo en el poder por no ser capaces, las
mayorías democráticas, de ponernos de acuerdo para el cambio y la consolidación
de un nuevo gobierno democrático, progresista, de inclusión social y que
recupere a Venezuela “sin retaliaciones ni venganzas”.
Estructuremos
entonces, ese frente, no solo para ganar unas elecciones equilibradas, sino
para gobernar, como mínimo, los veinte años que hacen falta para reconstruir a
Venezuela.
Así
que, en este 77 aniversario, AD sigue luchando por la unidad y por eso estamos
convencidos que ¡sí hay futuro!
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