Posted on September 18, 2018 by Nuevo Accion
Los socialismos son
enormes y eficaces fabricantes de miseria.
No tenemos ocasión de
discutir las razones que producen ese efecto inevitable en cualquier estado
socialista, ni es la más propicia para mostrar que el hecho ha ocurrido donde
quiera que el socialismo sentó sus reales. Mucho más modesta que esa tarea
acometemos la de mencionar las tragedias socialistas que histórica y
geográficamente nos circundan.
Empezaremos por
recordar que el socialismo supone que los medios de producción pertenecen al
Estado, por oposición a los sistemas que mantienen la propiedad privada como el
centro nervioso y la condición esencial de la sociedad de que se trata. Para
simplificar, y sin margen de equivocación posible, distinguiremos el socialismo
de las sociedades capitalistas por la inexistencia de la propiedad privada,
porque toda se concentra en el Estado. Así de simple.
Después de muchos intentos, el
socialismo pudo establecerse en este continente, y por primera vez, en Cuba. La
aventura de Fidel Castro contó con el particular interés geoestratégico de
Rusia de poner la cuña socialista en las barbas del imperio capitalista de los
Estados Unidos. De
esa tragedia van a cumplirse 60 años y sus resultados son bien conocidos aunque
la testarudez de los comunistas de oficio quieran mantener viva la leyenda de
una Patria Socialista feliz y pujante. Cuba es un reducto miserable, que
recibió la mayor cantidad de ayuda económica que llegó alguna vez a cualquier
país de Latinoamérica. Como todos los socialismos que se
respeten, expulsó de su territorio centenares de miles de ciudadanos que
hicieron de los Estados Unidos su segunda casa. Y como cualquier país
socialista, ha mantenido estrictas cartillas de racionamiento para conseguir
que su gente no muera de hambre física. Valdrá la pena recordar que Cuba era,
antes de Fidel, la Nación más rica per cápita del continente.
Pero de lo que aquí
se trata es del segundo intento socialista a grande escala, que fue el de
Venezuela. Pasaremos de largo por los ensayos de El Salvador y Nicaragua,
igualmente funestos que todos los demás. Nuestro país vecino es el más
rico de América y uno de los primeros del mundo. Sus reservas petroleras
superan, para algunos, las de Arabia Saudita o le siguen muy de cerca. Tiene
minerales de toda clase, tierra fecunda, gigantescas reservas de agua,
envidiable posición junto al mar. En suma, lo tiene todo.
Pero le cayó encima la plaga
socialista. Hugo Chávez dijo alguna vez que quisiera parecerse a Fidel Castro y
que Venezuela se pareciera a Cuba. Y esto fue lo que logró. Con su famoso
“Exprópiese” derrotó los propietarios de empresas y de tierras y con sus
famosas intervenciones en contra de la economía capitalista, que imitó el pobre
diablo que lo sucedió en el poder, Nicolás Maduro, se completó la faena. Venezuela
se quedó sin empresas ni empresarios, que fueron reemplazados por la torpe mano
de un Estado ineficiente y ladrón. Nos dirán que hacemos tautologías, porque
ineptitud administrativa y robo continuado suele andar de la mano por el mundo.
Con la gigantesca
riqueza petrolera pasó lo de siempre. Que se quedó enterrada. PDVSA, que fue
una de las grandes petroleras del mundo y acaso la compañía mejor manejada del
Continente, pasó a manos de embaucadores y tramposos y hoy, de tres y medio
millones de barriles de producción, Venezuela no llega a producir millón y
medio. Con la condición, por añadidura, de que entre el mercado interno y el
petróleo pignorado, especialmente a la China, no alcanza el sobrante para
alimentar una población derrotada y exangüe
Venezuela derrochó y regaló su riqueza.
Chávez hacía de Papá Noel con los gobiernos izquierdistas de Suramérica y el
Caribe, para mantener sus mayorías en la OEA y el ALBA y sobre todo para pagar
a los cubanos el espléndido servicio de enseñarle el camino del socialismo. Durante años Venezuela le mandó a Cuba
más de cien mil barriles de petróleo por día y Cuba le retribuía con miles de
espías y policías entrenados. Ese obsequio iba acompañado con otras canonjías
que mantuvieron viva a Cuba y agonizante a Venezuela.
Hoy les ha llegado el
turno a las dos. Sin el petróleo de Venezuela Cuba no tiene más remedio que
tratar lo que trata, regresar a la propiedad privada y atraer inversión
extranjera con garantías de respeto a esas inversiones. Muy poco y muy tarde.
Pero Venezuela no
tiene ni esa esperanza. Mientras la caterva de patanes que la mandan no sea
derrocada, seguirá expulsando su gente, viajera por el mundo tras de un plato
de comida. Así que seguiremos presenciando el espectáculo y recibiendo,
esperamos que con generosidad y caridad cristiana, estos centenares de miles de
hermanos que tan caro han pagado la experiencia socialista. ¿Será mucho pedir
que tomemos atenta nota?
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DE MISERIA, por
Fernando Londoño Hoyos by Nuevo Accion.Bookmark the permalink.
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